DAVID SCOGNAMIGLIO

Biología Temporal

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The placement of light sources and their relation to the architectural space have been recurring elements in Scognamiglio’s work in recent years. These actions link both spatial and artistic interests, from which he has found great aesthetic and discursive potential.

In this exhibition, the artist proposes an ulterior evolution of his creative process. Beginning with personal experiences, but transcending that which is merely biographical, he delves into new formats and materialities that drive reflections on the temporality of life (from the title: bios – Gr. “life” + logia Gr. “to speak”).

Underlying these movements are two forces.

The first is conceived and frames itself within one of the most revelatory personal experiences for the artist: being a father. This transcendental fact has been the central pillar of the conceptual and material processes that he has developed over the past year. This stage has seen the emergence of reflections surrounding the place that is occupied by an individual who is between the death of his ancestors and the birth of his descendents; in other words, the space occupied by the segment of the life of a person in the temporality of the infinite.

The second force is linked to the artist’s continuous search to extend the experimentation to new languages. As a result, he has incorporated fiberglass resin into his work, a material that is present in everyday life — from ships to car bumpers — but that is underexplored in the art world. The author chooses to work with this substance due to its ability to retain light or to allow it to pass through depending on its thickness; to produce, deform, or blur reflections depending on its texture; and to be extremely firm or fragile depending on its composition.

In the convergence of these two forces lies the basis and the watermark of the entire exhibition.

Visitors find themselves amid elements that are replicated like cells, canvases that are translucent like skin, structures of a coral-like composition, and membranes as thin as slices of clouds suspended in time.

The pieces, when contemplated closely, bear the mark of time. Corresponding to variations in thickness are variations of translucence, which directly relate to the amount of time that the artist dedicated to the creation of each piece. Where the material allows more light to be observed, the times of formation of the membranes have been very brief; likewise, where the material is more opaque, there have been multiple laminations with a more extended period of fabrication.

The ultimate goal of this journey is to propose the idea that time, rather than being explicable in a chronological line, can be extended like a cloud with different points, whose relationships are changing and hazy, just like the pieces presented. It is about, then, going beyond the birth-beginning / death-end dualism and connecting with the cloud of subjective, precarious, granular emotions that the passage of time evokes in us. Thus, Scognamiglio invites us to embrace the uncertain vision that our own life experiences, as well as the marks left by the evolution of our past lives or its future sedimentations, intertwine in multiple, inextricable temporalities.

ESP

La disposición de fuentes de luz y su relación con el espacio arquitectónico, han sido elementos recurrentes en las obras de Scognamiglio durante los últimos años. Ambas acciones enlazan intereses tanto espaciales como artísticos, desde los cuales ha encontrado un gran potencial estético y discursivo.

En esta exhibición, el artista propone una ulterior evolución de su proceso creativo. A partir de vivencias personales, pero trascendiendo lo meramente biográfico, indaga nuevos formatos y materialidades que orientan reflexiones en torno a la temporalidad de la vida (Del título: bio – gr. “vida” + logíā gr. “discurso”).

A la base de estos movimientos, subyacen dos fuerzas.

La primera nace y se enmarca dentro de una de las experiencias personales más reveladoras para el artista: ser padre. Este hecho trascendental ha sido la columna vertebral de los procesos conceptuales y matéricos que ha desarrollado el último año. En esta etapa han surgido reflexiones en torno al lugar que ocupa un individuo entre la muerte de sus antepasados y el nacimiento de sus descendientes o, dicho de otra forma, el espacio que ocupa el segmento de vida de una persona en la temporalidad del infinito.

La segunda fuerza, está ligada a la continua búsqueda del artista de extender la experimentación a nuevos lenguajes. Así, incorpora en su trabajo la resina y la fibra de vidrio, materiales presentes en lo cotidiano –desde barcos hasta parachoques– pero poco explorados en el mundo del arte.

El autor elige trabajar con esta sustancia por su capacidad de retener o dejar pasar la luz según su espesor; producir, deformar u ofuscar reflejos según su textura; ser extremadamente dura o frágil según cómo se componga.

En la convergencia de estas dos fuerzas está la base y filigrana de toda la exhibición.

El visitante se encuentra con elementos replicados como células, lienzos translúcidos como pieles, estructuras compuestas como corales, membranas delgadas como láminas de nubes suspendidas en el tiempo.

Las obras, contempladas de cerca, conllevan huellas temporales. A variaciones de grosor corresponden variaciones de translucidez, lo que guarda relación directa con el tiempo que el artista dedicó a la creación de cada una de sus obras. Ahí donde el material deja entrever más luz, los tiempos de formación de las membranas han sido más breves; asimismo, ahí donde el material es más opaco, ha habido múltiples laminaciones con tiempos de fabricación más extendidos.

El fin último de este recorrido es proponer la idea de que el tiempo, en vez de ser explicable con una línea cronológica, puede ser entendido como una nube de puntos distintos cuyas relaciones son cambiantes y neblinosas, así como las obras presentadas. Se trata entonces de ir más allá del dualismo nacimiento-inicio / muerte-fin y conectarse con la nube de emociones subjetivas, precarias, granulosas que el pasar del tiempo suscita en nosotros. De esta manera, Scognamiglio nos invita a abrazar la visión incierta de que nuestras propias vivencias, así como las huellas dejadas por la evolución de las vidas pasadas o las sedimentaciones futuras, se entrelazan en temporalidades múltiples e inextricables.

DE LUZ, REFLEJOS Y REFLEXIONES

Muchas de las propuestas de David Scognamiglio, pueden ser vinculadas a la experiencia espacial y perceptual del tiempo, por ejemplo, empleando luz eléctrica en entornos abiertos o cerrados, permeados por elementos de la naturaleza que logren potenciar una visualidad y un pensamiento. Su formación como arquitecto, indudablemente colabora al momento de abordar fenómenos de apreciación y uso del entorno, todos ellos amalgamados desde la idea que la propia luz puede servir como sustento material y simbólico a una obra. En base a lo anterior, este escrito se ha propuesto complementar el texto de sala para profundizar en torno a algunos aspectos de la obra, tales como su contexto histórico y espacial, además de pensar en las materialidades y el ambiente como parte activa en su declaración de contenido.

LUZ EN PERSPECTIVA

El uso de la luz como medio en la producción visual y simbólica tiene una antigua data. Con bastante antelación a que el moderno concepto de arte permeara el quehacer creativo y mucho antes de experimentar la revolucionaria influencia de la energía eléctrica en la cotidianidad, fueron las vidrieras góticas y retablos los encargados de emplear la luz del sol -y de los candelabros- como medios para ampliar los efectos lumínicos en espacios místicos, proponiendo extraordinarias y profundas metáforas, justo allí donde ni la palabra ni la pintura eran suficientes. Más tarde, cuando el siglo XIX llegaba a su fin, París, epicentro artístico de la época, lo hizo conectada a la luz eléctrica: un avance tecnológico revolucionario en tanto generador de nuevas experiencias visuales que marcarían desde entonces a los artistas y sus producciones. Por un lado, los pintores impresionistas y post impresionistas testimoniaban con pinceladas resueltas la electrización de las grandes ciudades, pero por otro, con el cambio de siglo y la emergencia de nuevas directrices ideológicas, el siglo XX coronaría a la luz artificial como un material artístico por derecho propio.

Hoy la luz tiene un rol fundamental en el amplio universo de las exhibiciones de arte, a veces desde asuntos estrictamente funcionales, como escoger un ángulo e intensidad idóneos para observar una obra; otras veces, su actuación es mucho más protagónica como principal recurso visual y de producción de sentidos. Es en este punto que situaremos el corpus instalatorio de David Scognamiglio. Algunos de los elementos más característicos de sus trabajos, resultan de la correspondencia entre un lugar específico y su posterior intervención con luz canalizada, acción que le ha permitido a veces hacer interactuar el zigzag de un circuito incandescente con la propia arquitectura que lo sustenta, o producir brillantes grietas aéreas, cuya meditada organización geométrica se disuelve en reflejos acuosos esparcidos por el suelo, dejando deliberadamente un sitio a la acción del azar. En el caso de “Biología Temporal”, asistimos a los resultados de una etapa que aporta nuevos elementos a un itinerario artístico cada vez más consistente.

ESPACIO Y TIEMPO

Las instalaciones de este artista, frecuentemente emplean toda una sala o galería para que los visitantes se comprometan activamente, pues se trata de obras que están inmersas dentro de una rica red de significados contextuales o materiales, desde los que se busca dialogar con el visitante. El potencial discursivo inherente a los sitios que escoge para trabajar, ha sido más o menos tensado a lo largo de su carrera, en la cual se observa una permanente reflexión en torno “al modo en que el ser humano contemporáneo usa el espacio tanto público como privado y lo va cargando de simbologías más o menos conscientes. Con esto no me refiero a marcas institucionales como edificios nuevos o monumentos, me refiero a la huella expresada en pequeños gestos que son simultáneamente funcionales y estéticos, por ejemplo, esos parches de cemento que tapan grietas o encubren restos de postes de señalética. Todo esto tiene que ver con la superposición de capas de tiempo, porque es la sumatoria de pequeños rastros que testimonian el tránsito de comunidades sobre un territorio. Más aún, pienso en los dólmenes y menhires alzados hace miles de años atrás, con los cuales se buscaba una conexión con el territorio que iba más allá de transitarlo en busca de alimento y refugio.”

“En la ciudad hay miles de parches de cemento, de puertecitas de metal. Me parecen muy interesantes y los voy registrando en foto. Mi celular está lleno de ellas.”

Para el artista, galería NAC se alinea a estas reflexiones, al manifestar en su propia estructura una multiplicidad de capas temporales: “Basta observar la distribución del espacio, para inferir que el lugar se concibió como una casa, de la cual aún subsiste una piscina. También se observan trazas de transformaciones posteriores como ventanales y algunas ampliaciones. Entonces te das cuenta que en algún momento de su historia pudo haber albergado una oficina o showroom. Igualmente, es posible trazar una temporalidad futura, porque simplemente mirando el entorno ves muchos edificios y no es difícil imaginar que éste podría ser un próximo destino del lugar”. Efectivamente, la galería es promotora de distintos modos de gestión del tiempo, pues por un lado concentra muchísimas actividades culturales y por otro convive con “Biología Temporal”, exposición que nos invita a un momento de contemplación, que en su quietud contrarresta el movimiento exterior. Al entrecruzarse todos estos tiempos y acumulaciones de pequeñas historias, a David Scognamiglio le gusta pensar que el espacio no es neutral, “sino que carga con toda una estratigrafía de la vida”.

ESTRATOS Y MEMBRANAS

Si bien, los elementos que componen este proyecto se organizan en torno a una experiencia unificada, es importante comentar que cada pieza proporciona información que aporta a comprender el conjunto. Encontramos alrededor de treinta piezas de distintos formatos, distribuidas en diferentes zonas de la galería y realizadas en resina, un material utilizado a nivel más industrial que artístico, caracterizado por su composición similar al plástico, pero que a veces puede llegar a ser transparente y tan brillante como el vidrio. En esta exposición se ha trabajado superponiendo capas de resina como si fuesen veladuras que se entretejen y fusionan con una red de fibra de vidrio, cuyos filamentos a veces han quedado a la vista, evidenciando un proceso en que vemos una diversidad de interacciones materiales, proporciones y tiempos de secado; densidades, transparencias y brillos. Para el artista “puede ser interesante destacar que la materialidad, si bien, en un principio es líquida, al catalizarla para trabajar se va solidificando y esto nuevamente guarda relación con el tiempo, porque a medida que la resina endurece es cada vez menos manipulable. Sin embargo, en el acotado tránsito desde lo líquido hasta lo sólido está por un lado mi posibilidad de intervención y por otro, la capacidad del material para testimoniar dichas acciones”.

Muy al comienzo de este proyecto, cuando recién experimentaba con la resina, David advirtió que ciertas formas y texturas generadas de manera aleatoria en el proceso, podían asociarse con morfologías tales como piel, huesos, conexiones neuronales, tendones o incluso líquido amniótico. Todas estas reminiscencias biológicas entraron en consonancia con otras obras realizadas a partir de una sucesión de módulos tubulares, que al autor recordaban corales, esos animales que al morir generan un armazón duro sobre el que van posando sus descendientes. En palabras del autor “los corales crecen encima de sus muertos, lo cual no solamente trata de una estructura biológica que se desarrolla, sino testimonian el ciclo de la vida. Pude advertir que la resina más o menos densa iba adquiriendo un aspecto mineral y ciertas partes socavadas o con alguna huella endurecida, traían a mi memoria fósiles o células. Por otro lado, las laminaciones de resina me hicieron pensar en capas geológicas y entonces encontré interesante orientar mi trabajo a partir de una tensión entre dos maneras de interpretar el tiempo, por una parte, el breve tiempo en que el ser humano habita este mundo y por otra, la edad geológica que es evidentemente mucho más extensa que cualquier ciclo vital posible”.

DAR A LUZ

Cuando finalmente los elementos ocupan su sitio y recorremos la instalación, todo trabaja en un mismo sentido y es posible observar que los paneles más grandes redirigen el flujo de luz natural y los más pequeños, redondos o tubulares incorporan iluminación artificial. Lo anterior “nos sitúa en el centro de una constelación de paneles brillantes, de distintas proporciones y distancias. Las luces cálidas y frías de la galería apoyan el despliegue una amplia cantidad de tonalidades blancas, lo cual contiene un universo de variedades sutiles, que están ahí para descubrirlas en función de nuestras diversas sensibilidades.”, señala el autor.  En consonancia con estas intencionadas disposiciones, en “Biología Temporal” la misma galería es reconocida como un recurso artístico que, al entrar en diálogo con la transparencia de los paneles, logra dividir y comunicar fronteras, al tiempo que se flexibilizan los límites del espacio edificado. Son justamente estos amplios paños de fibra y resina translúcida que al suspenderse frente a la vitrina contribuyen a reducir la perspectiva longitudinal, lo cual “al estrechar el espacio e iluminarlo con tonos más bien cálidos, podría incluso tener reminiscencias del espacio uterino”.

A propósito de la palabra “uterino”, no es vano señalar que por primera vez David Scognamiglio es padre y esta experiencia biológica fundamental ha calado hondo en su mundo íntimo y en su trabajo, pues resulta evidente que ha expandido su horizonte creativo hacia nuevas preguntas, atreviéndose a probar con materialidades y soluciones plásticas variadas. En esta misma línea, por vez primera, una de sus obras emplea luz natural “y este es un punto que me interesa mucho” señala él, “porque estas superficies según cómo se miren y cómo actúe la luz del ambiente, van cambiando”. De hecho, en sus trabajos precedentes, el ambiente ideal era la oscuridad y si se instalaban en el espacio público, esperaba que se hiciera de noche, para dejar actuar solamente la luz que él estaba dirigiendo. La posibilidad de trabajar con opacidad y translucidez es también algo totalmente nuevo en sus propuestas, pues en ocasiones anteriores la luz manaba desde un filamento luminoso que se miraba directamente, sin embargo, en “Biología Temporal” las obras actúan como si fuesen un filtro o una membrana sobrepuesta a la luz que brota detrás de ellas y esa trama de hilos de fibra de vidrio, hace eco de los mencionados filamentos característicos de sus obras precedentes. En cuanto al empleo de luz natural, otro aspecto novedoso comentado por el propio artista es que “para esta exposición, dispuse especialmente un pequeño espejo en el patio, justo frente a la galería para captar el ultimo rayo que viene desde el poniente para hacerlo entrar en la galería desde oriente. Este rayo cruza el vidrio empavonado y rebota sobre una parte del lienzo más grande, generando un brillo tenue”. Y en efecto, se trata de un rayo de luz que marca la muerte del día presente, pero que al llegar desde oriente nos recuerda el nacimiento de un próximo ciclo.

 

Victoria Jiménez, Doctorando en Historia del Arte Universidad de Barcelona.